Fecha

martes, 28 de noviembre de 2017

Castillo de Belmonte (Cuenca)


Castillo de Belmonte

El Castillo de Belmonte es una espectacular, y bien conservada fortaleza medieval ubicada sobre el cerro San Cristobal, en las afueras de la localidad de Belmonte (Cuenca).
Se trata de una imponente, robusta y maciza construcción que data del siglo XV. En 1456 comienza su construcción que finaliza 12 años después, en 1468.
Fue mandado erigir por don Juan Pacheco, primer Marqués de Villena. Las obras fueron dirigidas por el arquitecto de origen flamenco Hanequín de Bruselas, el cual se había establecido en Toledo para la construcción de su expléndida catedral.
Este singular castillo fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931. Actualmente está considera Bien de Interés Cultural (B.I.C.).
Lo que llama poderosamente la atención de esta construcción, es su magnífico estado de conservación, algo que no suele ocurrir con frecuencia con este tipo de edificios.
Las estancias se encuentran rícamente decoradas y amuebladas al estilo imperante de mediados del siglo XIX.
Posiblemente este óptimo estado de conservación se deba a la restauración que se hizo a mediados del siglo XIX por la heredera de la Casa de Villena, Eugenia de Guzmán, mas conocida como la Emperatriz Eugenia de Montijo.
Subimos a la parte superior del castillo desde donde contemplamos unas vastas vistas de La Mancha, y por supuesto de la cercana villa de Belmonte.
Torreones, almenas, adarves, foso, murallas, etc., todo bien conservado, como si se hubiera acabado hace poco su construcción. Torreones circulares que le aportan un vigoroso aspecto. Afortunadamente los franceses no hicieron estragos en esta maravillosa fortificación.
Contemplamos el Patio de Armas y toda la estructura del castillo. Visitamos la armería, en la planta baja, donde podemos admirar una exposicón de armaduras, yelmos, escudos, etc..
Visitamos el ala este del castillo y quedamos sorprendidos de la arquitectura y los detalles. Pasillos y corredores amplios y voluminosos que son una delicia recorrer.
En algunas dependencias los techos artesonados de madera nos dejan boquiabiertos. Este tipo de decoración dice mucho acerca de sus propietarios.
El edificio fue ocupado durante unos años por los dominicos franceses que lo habilitan como monasterio hasta que un sobrino-nieto de la Emperatriz Eugenia de Montijo continúa con su restauración.
El único fallo que cometí fue el de hacer la visita un día festivo y no puede disfrutar del sosiego que estos edificios transmiten con tal cantidad de visitantes ruidosos. Falta de sensibilidad y mucho esnobismo. ¡Es lo que hay!

Nota:Las entradas las reservé a través de Internet, pero también se pueden adquirir en la taquilla del castillo.