Este año tuve la fortuna de al ir paseando por Sierra Morena descubrir el nido de una calzada. Sentí un poco de miedo de que algún desalmado lo descubriera al igual que yo.
Afortunadamente, unas semanas después pude ver los pollos (dos) haciendo sus primeras acrobacias aéreas con su progenitores.
Es una alegría ver estos (y otros) animales en completa libertad y ocupando el nicho ecológico que les corresponde.
Ojalá el destino les provea una larga y fructífera existencia y que vuelvan a su lugar de nacimiento en años venideros para el disfrute de todos, y yo que los pueda seguir fotografiando.