Al igual que comentaba en la crónica sobre Gilillo en este mismo blog hace un año, el Blanquillo es otro de esos picos emblemáticos en mi ideario que anhelaba visitar -bueno, hay muchos mas, realmente he visto tan poco…-, pero no por nada en particular, es de esos nombres que se te quedan grabados, igual que cuando era niño y veía la Vuelta Ciclista a España, escuchaba míticos puertos como Envalira, La Bonaigüa, Somport, San Isidro y un largo etc., que afortunadamente he podido visitar como adulto.
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Blanquillo, si, techo de Sierra de Las Villas, por fin he cumplido el sueño -otros objetivos próximos son Mágina, Empanadas y La Pandera-, la verdad es que me fascinó, bueno, realmente me fascina cualquier punto alto que sobresalga sobre lo demás, capaz de transmitirme sensaciones que no vienen al caso explicar, sin embargo, no soy montañero en el estricto sentido de la palabra, quizá paisajista o, admirador de la naturaleza como me autocalifico en mi blog.
Comenzamos la ruta en el área recreativa de Gil Cobo, siguiendo el sendero paralelo al arroyo homónimo pasamos bajo, y entre, el Agrión, un paredón rocoso casi vertical y su vecino de enfrente, cual torres de Hércules controlando el paso por sus dominios |
Pasamos por la Cerrada de San Ginés, cortita pero bonita cerrada por donde se abre paso el arroyo de Gil Cobo encajonado entre rocas, unos metros después llegamos a un cruce de caminos, siguiendo recto haríamos el sendero hasta Peña Corva, a la izquierda hacia el Blanquillo, cogemos éste último.
Un carril, como a mi me gusta llamar este tipo de vías, que nos llevará en una ligera ascensión hasta el collado del Perenoso, pasando previamente por un mirador junto al carril, -unos metros antes de este mirador, desemboca el camino que traeremos de vuelta-, vamos ganando altura y ya emergen sobresalientes El Agrión y La Morra de los Cerezos, pero, la imagen que se nos presenta desde el collado del Perenoso son espectaculares, unos cortados rocosos espectaculares, y a la izquierda comienza a descollar el Caballo Torraso. |
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Salvado este escollo, llegamos a un claro en el bosque de pinos, de aquí a la cresta del Blanquillo no encontramos dificultad alguna, lo único el axfisiante repecho.
Llegamos a la arista soleada, mas segura que la umbría, por donde transitamos encantados de lo que se otea, en un periquete llegamos al vértice geodésico, no sin antes fotografiar esa característica peña corvada que hay antes de hacer cima. |
Éxtasis, es la palabra que se me ocurre para describir lo que produce las vistas desde tan privilegiada atalaya, aunque algunas nubes nos impiden la vista sobre la zona del Yelmo y de Banderillas, aunque estas últimas se despejaron un poco mas tarde y facilitaron la visión.
A nuestros pies se encuentra Cotoríos, y todo el valle del Guadalquivir. Al otro lado del río, el macizo de las Banderillas, los valles del Borosa y Aguamulas, y la reconocida Piedra del Mulón. |
Después de saborear las predominantes vistas desde el techo, bajamos a una zona mas abrigada del viento y comemos un poquito, hoy para perder la costumbre hemos hecho cima prontito, así que decidimos acercarnos a unos poyos cercanos a la fuente de Los Tornajos, ¿o debería decir Dornajos?, el diccionario de la R.A.E. no recoge la acepción Tornajo, si Dornajo, significando: "Pesebre para toda clase de caballerías", aclarado el concepto semántico volvemos sobre nuestros pasos y descubrimos un depósito de fósiles, me maravilla ver el esqueleto de unos animales que pueden llevar ahí, ¿cuanto? ¿un millón de años?, no lo sé, pero es increíble ¿verdad?.
Volvemos a ascender hasta el punto donde ganamos la arista por primera vez, para desde ahí seguir la cresta hacia la Morra de Los Cerezos. Vamos perdiendo altura paulatinamente y en la lontananza divisamos Peña Corva -ya habrá otra ocasión para hacerle una visita-. Nos dirigimos hacia el arroyo de la Cueva, llegamos a un claro en el bosque y nos guiamos por el rumor del agua de un arroyo, lo seguimos y unos cientos de metros después llegamos al arroyo ya crecido de La Cueva. |
Resulta que en vez de seguir por la ruta que marca el GPS -cargada previamente of course- bajamos por el arroyo y claro debíamos suponer que algo habría cuando ninguna ruta pasaba por ese punto, una cerrada con unos cuantos metros de altura por la que se precipita el arroyo, bueno, por lo menos nos sirvió para "descubrir" la cascada, puesto que en ninguna ruta que yo haya visto nadie la menciona -hay que avisar a la gente, ¿eh?-, total que nos hacemos unas fotos y retomamos el sendero que a a morir unos metros antes del mirador que hay en el carril de ida, subiendo al collado del Perenoso ¿os acordáis que lo comenté al inicio de la crónica?, pues bueno, desde ahí hasta el inicio otra vez coincide el trayecto. De aquí al inicio-final, ya os lo he contado.
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Para llegar aquí: Desde Villacarrillo nos dirigimos a Mogón y desde aquí al pantano de Aguascebas por la carretera Transversal de Las Villas hasta el km. 28'600 aproximadamente, (área recreativa de Gil Cobo).
Terminada la ruta, decidimos volver en sentido contrario al traído, hacia el Charco de la Pringue en el río Guadalquivir y desde aquí a Villanueva del Arzobispo, pasando antes por la increíble área recreativa de La Cueva del Peinero, atravesada por el río Aguascebas Grande y flanqueada por una enorme pared rocosa vertical que quita el hipo. Precioso lugar para pasar un día de campo. También paramos en el vertiginoso mirador del Tapadero, donde se puede contemplar una evocadora puesta de sol para los mas románticos. Comentar que me quedé gratamente impresionado de la magnitud de esta sierra, de barrancos, valles, paredones, etc., etc., esto es para verlo, no para contarlo. |
MAS FOTOS:
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