Sierra de Cazorla nunca defrauda, además, en este caso la ruta fue ideada y guiada por un experto conocedor de la misma.
Iniciamos la aventura en la Nava del Espino, junto a las ruinas de lo que en su día fue una gran casa forestal.
Iniciamos la aventura en la Nava del Espino, junto a las ruinas de lo que en su día fue una gran casa forestal.
Por la suave loma del cerro vamos ganando altura paulatinamente a la par que comenzamos a contemplar las primeras vistas a esta exhuberante sierra.
El Lanchón de la Cerrada del Utrero, Peña Gallinera, Puerto de Las Palomas franqueado por los cerros Viñuela y El Mosco hacia poniente y la Sierra de Las Villas hacia el noroeste.
El Lanchón de la Cerrada del Utrero, Peña Gallinera, Puerto de Las Palomas franqueado por los cerros Viñuela y El Mosco hacia poniente y la Sierra de Las Villas hacia el noroeste.
Volviendo la vista a mis espaldas, los cercanos Poyos de la Mesa, o los mas lejanos y conocidos de cualquier montañero o senderista Gilillo y Cordillera de Los Agrios con su buque insignia Aguilón del Loco.
Hay que desterrar el tópico ese de que para disfrutar de una ruta preciosa hay que sufrir, ni mucho menos.
Monte de Navahonda |
Llegamos a la caseta de vigilancia del Cerro del Piornal (1.655 mts.) donde paramos a tomar un tentempié.
Después del bocata, una ligera bajada hasta alcanzar otro mirador natural en los Poyos de Guadahornillos.
El Calarejo de Los Villares nos ofrece su silueta más agreste desde esta posición que ocupamos. A continuación vamos a transitar por uno de esos caminos de herradura que tanto trabajo costó construir a los antiguos pobladores de esta sierra y que la desidia ¿administrativa? junto a la acción de la naturaleza acabarán sepultando.
Caseta cerro del Piornal |
Transitamos el camino de la Fuente de la Umbría que nos había de llevar a La Calarilla, aunque al final esa parte se suprimió.
Nuestro amigo Pepe Olivas ha diseñado una ruta sin necesidad de GPS que de momento está cumpliendo mi espectativas.
Poyos de Guadahornillos |
Una sucesión de pequeñas navas entre el espeso bosque de pinos salgareños y laricios salpicadas por los primeros ejemplares florales de la zona, narcisos y alguna que otra violeta.
Nos dirigimos hacia un mirador en los Poyos de Guadahornillos que da vistas al barranco de La Charca. La Calarilla a un tiro de piedra, culminada por su vértice geodésico.
Un tramo de carril y luego otra vez el precioso camino de la Fuente de la Umbría nos lleva a la Nava de la Correvuela, donde se encuentra el Pino del Pastor, y un poco mas adelante el Pino de la Mala Mujer, donde oimos con atención la triste historia sobre este topónimo.
Muflón (craneo) |
Amenizado el camino por las historias que nos cuentan Pepe y Valeriano, un serrano criado en el Cortijo del Tonto, en la Sierra del Pozo.
Antes de llegar a La Calarilla, damos media vuelta y volvemos por el carril que transitabamos, al llegar a una curva, cogemos otro precioso camino de herradura, el de la Caseta de Vadillo.
Camino descendente por Valdetrillo, entre la Cuerda de Los Alcañetes y los Poyos de Los Cepos vamos descendiendo por este precioso barranco.
En un pequeño claro se encuentra la bifurcación de este camino, obviamos el ramal de la Caseta de Valdetrillos y seguimos rectos, hacia la Majá de la Tía Lagarta, donde echamos un rato de asueto y aprovechamos para comer en tan delicioso paraje.
Vamos de camino hacia la Majá de los Jamones, cruzamos previamente el carril que pasa por el Estrecho de los Perales y que remonta el arroyo Valdetrillo.
Ya en la majá, unas fotos con las encinas centenarias, seres vivos que tanto aportan al ecosistema, sombra, comida y momentos de contemplación.
Ya en la majá, unas fotos con las encinas centenarias, seres vivos que tanto aportan al ecosistema, sombra, comida y momentos de contemplación.
Caminamos por una amplia nava que cruza la Cortijada de Los Lucios. En este punto, se unen los arroyos de Valdecuevas y Valdetrillos formando el arroyo de La Rambla. Altivos chopos indican de la presencia humana en la zona, aunque hace ya de eso algunas decenas de años.
En la cercana Nava de San Pedro finalizamos nuestra jornada, una excursión relajada, tranquila, sin sobresaltos ni sufrimientos, en buena compañía.
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